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Bitcoin (BTC) rompió nuevamente la barrera de los u$s100.000, un nivel clave tanto por su valor psicológico como técnico. Este repunte, que muchos veían como inevitable pero difícil de sostener, reaviva las esperanzas de alcanzar un nuevo máximo histórico (ATH) en el corto plazo.
La criptomoneda líder del mercado vuelve a encender motores tras meses de inestabilidad. Luego de haber alcanzado los u$s109.000 en enero, BTC entró en una fase de corrección, tocando un piso de u$s76.000 en abril. Este fue un punto de inflexión que sembró dudas sobre su comportamiento futuro. Sin embargo, en los últimos días, el panorama cambió.
Al momento de publicar este artículo, datos de Binance muestran a Bitcoin cotizando en torno a los u$s102.939, con picos que rozaron los u$s104.116. Todo esto ocurre en un contexto marcado por una decisión clave: la Reserva Federal de EE.UU. (FED) mantuvo las tasas de interés sin cambios y deslizó una posible baja en la segunda mitad del año.
No pasó desapercibida la reciente predicción del banco Standard Chartered, que adelantó la posibilidad de que Bitcoin alcance un nuevo ATH. En concreto, proyectaron un objetivo de u$s120.000 para el segundo trimestre, lo cual, ante los movimientos recientes, deja de parecer una utopía.
De hecho, BTC arrancó la semana en los u$s93.600 y escaló rápidamente. En apenas unos días, sumó cerca de u$s10.000 a su precio, fortaleciendo la narrativa alcista y alimentando la ilusión de inversores minoristas e institucionales por igual.
Este impulso no surge en el vacío. Hernán González, fundador de Bitcoin Stratos, explica que la escalada de BTC se da en un marco global altamente volátil:
“Entre el conflicto Rusia-Ucrania, los acuerdos arancelarios pendientes entre EE.UU. y el resto del mundo, y una política monetaria incierta, los inversores buscan alternativas frente a un sistema fiat cuya credibilidad se erosiona cada vez más”, argumenta.
A esta lectura se suma la visión de Denise Cinelli, COO de CryptoMKT, quien señala que un ciclo de tasas más bajas en EE.UU. hace menos atractivos a los instrumentos tradicionales como los bonos del Tesoro. En consecuencia, resurgen con fuerza los activos considerados de mayor riesgo, como Bitcoin.
“La política monetaria laxa redirige los flujos hacia activos más dinámicos. BTC, con su combinación de tecnología, liquidez global y escasez programada, se reafirma como una reserva de valor en la era digital”, comenta.
Las criptos también se vieron favorecidas por el reciente acuerdo comercial entre Reino Unido y EE.UU., anunciado por Donald Trump, que revitalizó los mercados financieros. El optimismo generalizado impulsó al alza tanto al oro como a los activos digitales. A su vez, los principales índices bursátiles estadounidenses (Dow Jones, S&P 500 y Nasdaq) respondieron positivamente, reforzando el buen clima de inversión.
La combinación de factores económicos, políticos e incluso religiosos —con la designación de un nuevo Papa en el Vaticano— configuran un escenario incierto. Para muchos, esta incertidumbre es justamente lo que vuelve atractivo a Bitcoin. En palabras de González:
“BTC empieza a desligarse del ‘ruido’ tradicional y se comporta como un activo con lógica propia. Ya no es visto solo como una alternativa especulativa, sino como una opción seria para diversificar y resguardar patrimonio”.
En cuanto al futuro, si bien es imposible anticipar con exactitud hasta dónde llegará, pensar en valores como u$s150.000 o u$s200.000 ya no suena tan descabellado. Este cambio de percepción es clave para entender la fortaleza actual del mercado.
Tal como lo remarca Cinelli hacia el cierre de su análisis, los efectos de las decisiones monetarias de EE.UU. no se limitan a las grandes potencias. En economías emergentes como las de América Latina, donde la inflación y la devaluación son moneda corriente, criptoactivos como BTC y las stablecoins se consolidan como verdaderas herramientas financieras del día a día.
“Son la puerta de entrada a la nueva economía digital. Ya no es una moda o tendencia, sino una realidad palpable y estratégica para quienes buscan resguardar valor y escapar del deterioro de sus monedas locales”, concluye.